Tuesday, October 28, 2008

Evaluación

La evaluación de las conductas de sueño/vigilia en niños se fundamenta en la utilización de técnicas subjetivas de recogida de información y sólo ocasionalmente resulta realmente imprescindible emplear registros polisomnográficos nocturnos y/o monitorización ambulatoria.
Es importante tener presente, que para realizar una adecuada evaluación conductual, debemos tener en cuenta todos aquellos componentes que puedan causar el trastorno: ambiente, conducta, componentes orgánicos y tiempo circadiano (Buela-Casal, 1990).

Las técnicas subjetivas incluyen básicamente:

Entrevista clínica

Es uno de los instrumentos de evaluación psicológica más empleados. Lo ideal sería realizarla tanto a los padres como al niño, si éste tiene suficiente edad. En el caso de que se hiciese una entrevista al niño, es importante realizar a los padres las mismas preguntas con el fin de comparar sus respuestas con la evaluación subjetiva del problema que hace el niño.

Debemos realizar una entrevista detallada, que abarque en la mayor medida de lo posible los siguientes aspectos:

Descripción del problema
Cuándo y cómo surge el problema.
Cómo evolucionó su sueño desde el nacimiento hasta la actualidad.
Estado de humor y nivel de activación durante el día.
Estilo de vida del sujeto: sedentario, activo, práctica deporte, etc.
Consumo de sustancias estimulantes.
Ambiente en el que duerme: tipo de habitación, ruidos, luz, etc.
Evaluación que el propio sujeto hace del problema.
Tratamiento que ha seguido.

Autoinformes y Cuestionarios

Los autoinformes se usan de forma complementaria a la entrevista para recabar información más específica de los hábitos de sueño del niño o para conocer las características topográficas de la conducta problema.
Los contenidos de estos instrumentos varían considerablemente de unos a otros; así, algunos de ellos evalúan la calidad del sueño en general, otros proporcionan una puntuación sobre el nivel de vigilancia o inciden sobre algún trastorno en particular.
A continuación haremos mención de algunos de estos autoinformes, ordenados en función de su finalidad:

Autoinformes que evalúan los hábitos de sueño:
Cuestionario de Sueño para Niños y Adolescentes (CSNA) (Cuenca Torres, 2000).
Cuestionario de Rituales de Sueño en Adolescentes (Abad y cols., 1996).
Cuestionario de Hábitos de Sueño (Rivas y cols., 1998).

Autoinformes que evalúan la calidad del sueño:
Índice de Calidad de Sueño de Pittsburg (The Pittsburg sep quality index) (Buysse y cols., 1989). Versión española de Royuela y Macías (1997).
Índice de Deterioro del Sueño (Morin, 1998).

Escalas que evalúan las actitudes hacia el sueño:
Escala de Actitudes y Creencias sobre el sueño (Morin, 1998).

Escalas que evalúan activación-vigilancia:
Escala de Somnolencia de Stanford (ESS) (Hodes, Dement y Zarcone, 1972). Versión española de Buela-Casal y Sierra (1994).
Escala de Somnolencia de Epworth (ESS) (Johns, 1991). Versión española de Buela-Casal y Sierra (1994).

Diarios de Sueño

Son registros que el niño contesta cada mañana después de levantarse. Únicamente pueden utilizarse cuando el niño tiene ya cierta edad (a partir de los 6 u 8 años). Mediante estos registros podemos obtener información sobre la hora de acostarse y levantarse, la latencia de sueño, número de despertarse, trastornos asociados, etc. Lo ideal es que estas anotaciones se realicen durante al menos dos semanas.
A modo de ejemplo, adjuntamos el siguiente diario de sueño para establecer la línea base del niño (Sierra, Sánchez, Miró y Buela-Casal, 2004):

L M M J V S D
Hora a la que el niño se acuesta
Hora a la que el niño se queda dormido
Número de veces que se despierta por la noche
Hora a la que se despierta por la mañana
Hora a la que se levanta por la mañana
Horario y duración de la siesta

Técnicas Psicofisiológicas

Estas técnicas permiten cuantificar y caracterizar de forma objetiva el sueño del niño y sus posibles alteraciones, y pueden utilizarse tanto en registros nocturnos como en la evaluación de la somnolencia diurna. El empleo de estas técnicas está muy limitado a situaciones de investigación o a contextos como el hospitalario.

Los registros nocturnos permiten una evaluación polisomnográfica, para lo cual el niño debe dormir en el laboratorio de sueño. Esta técnica nos va a permitir cuantificar y caracterizar objetivamente el sueño del niño y sus posibles alteraciones. Se registra en papel continuo diferentes parámetros fisiológicos: actividad electroencefalográfica, movimientos oculares, tono muscular, frecuencia cardiaca y respiración. Dependiendo del trastorno que presente el niño o que pretendemos diagnosticar se pueden registrar otros parámetros: temperatura corporal, sudoración, movimientos corporales, etc.
Entre las técnicas más utilizadas para la evaluación de la somnolencia diurna destacan:

Medida de latencia múltiple de sueño: mediante esta técnica medimos el tiempo que tarda el niño en quedarse dormido en diferentes momentos a lo largo del día, concretamente cada dos horas.
Medidas repetidas de la vigilia: con la que vamos a evaluar la capacidad del niño para mantener la vigilia y no la propensión a quedarse dormido.
Puntuación poligráfica de somnolencia e índice poligráfico de somnolencia. Consisten en un registro poligráfico corto que se realiza entre las 14.00 y las 16.00 horas, tomando medidas de la actividad electroencefalográfica, electrooculográfica, electromiográfica, cardíaca y respiratoria. Se evalúa la latencia y la duración total de cada uno de los estados siguientes: vigilia, fase I, fase II, fase III, fase IV y sueño paradójico. El índice poligráfico de somnolencia quedaría definido como el tiempo total de sueño expresado en porcentajes del tiempo total de la prueba y la puntuación poligráfica de somnolencia sería calculada en función del índice poligráfico de somnolencia y la duración total de todos los estados de sueño (Buela-Casal y Caballo, 1991).

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