Tuesday, October 28, 2008

Estrategias de intervención

Pese a que en la actualidad se siguen administrando fármacos para el tratamiento de los trastornos del sueño en niños, cada vez se apuesta más por procedimientos alternativos como la modificación de conducta. Aunque el tratamiento farmacológico puede ser efectivo en determinados trastornos como en el caso de las parasomnias, las técnicas de modificación de conducta están mostrando una gran eficacia en el tratamiento de los trastornos del sueño, incluso en niños pequeños. Muchos de estos trastornos son resultado de factores relacionados con aspectos de la conducta del niño, siendo estos casos donde la modificación de conducta muestra altos niveles de éxito, proclamándose como el tratamiento más acertado.
Podemos agrupar en tres bloques las principales técnicas utilizadas para el tratamiento de los trastornos del sueño en población infantil. No obstante, debemos tener presente la edad del niño al que queremos aplicar la técnica, ya que hay algunas que por su complejidad y dificultad en las instrucciones, no son viables en niños pequeños.

Técnicas de Relajación

Relajación Progresiva. Consiste en tensar y relajar pequeños grupos de músculos, aprendiendo a percibir las sensaciones que se producen. Debe procurarse que la relajación se convierta en un componente más del estilo de vida del niño, poniéndola en práctica todos los días antes de acostarse.

Respiración Abdominal. Consiste en que el niño, una vez tumbado, debe observar el ritmo y la profundidad de su respiración. Una vez que tiene conciencia del ritmo debe empezar a respirar más con el abdomen que con el tórax. Es importante que el niño tenga presente que no se trata de respirar más rápido o más lento, sino de respirar siempre con el abdomen.

Estiramientos. También son muy efectivos si se realizan antes de acostarse, ya que eliminan la tensión y facilitan el sueño. Además, son menos sistemáticos y requieren de menos tiempo para su realización por lo que puede facilitar que el niño los realice. Se pueden realizar estiramientos de diferentes zonas del cuerpo: torso, hombros, espalda, así como estiramientos de todo el cuerpo.

Biofeedback. Se trata de un procedimiento bastante más complejo que todos los anteriores. Mediante esta técnica, el niño puede llegar a controlar algunas de las actividades del cuerpo mediante un aparato que emplea indicadores, sonidos y luces que muestran en cada momento al sujeto cómo se encuentra de tensión muscular, temperatura cutánea, ritmo cardíaco, presión sanguínea, etc. El niño observaría los cambios naturales que se van sucediendo e iría aprendiendo a identificar los estados mentales que se corresponden a dichos cambios. Al cabo de un tiempo, la persona es capaz de influir sobre funciones que antes se escapaban de su control, aprendiendo a relajarse sin la ayuda de la máquina.

Técnicas Cognitivas.

La principal función de estas técnicas es evitar el efecto negativo de pensamientos que pueden interferir en el sueño del niño, impidiendo que éste se duerma.

Reestructuración cognitiva. Mediante esta técnica, el sujeto debe identificar los pensamientos que interfieren con el sueño y desarrollar otros pensamientos alternativos menos irracionales con el fin de favorecer el sueño. La detención del pensamiento sería una forma de eliminar estas ideas irracionales.

Entrenamiento en imágenes agradables. Mediante este entrenamiento, el niño aprenderá a desarrollar imágenes agradables y relajantes que le facilitarán el sueño. Así, una vez que sea capaz de desarrollar estas imágenes sin ninguna dificultad, se le instruirá para que las ponga en práctica cuando sea incapaz de quedarse dormido.

Intención paradójica. En esta técnica, el psicólogo instruye al niño para que ponga en marcha conductas paradójicas con respecto a los objetivos que se persiguen en el tratamiento.


Arreglo del estilo de vida

Reeducación de hábitos incorrectos. Resulta fundamental ya que el 98% de los problemas de sueño en niños pequeños están relacionados con los hábitos desarrollados, siendo éstos hábitos los que determinan en gran medida la calidad de sueño del niño. A modo de ejemplo, puede darse el hecho de que el niño con problemas de sueño, utilice su dormitorio para realizar otras actividades que no sean la de dormir (ver la televisión, escuchar música, leer), por lo que el dormitorio dejaría de ser un factor facilitador del sueño para convertirse en un elemento inhibidor. Éste sería pues, un hábito imprescindible de reeducar.

Control del estímulo. Esta técnica intenta situar la conducta del niño bajo el control de las señales del contexto de dormir: la cama, el dormitorio y la hora de acostarse, por lo que el niño llega a asociar estas señales con estados mentales y físicos que le conducen a dormir.

Cronoterapia. Mediante esta técnica, se intenta sincronizar el deseo o ganas de dormir con las horas programadas para ir a acostarse. Dado que es muy difícil hacer que un niño con dificultades para quedarse dormido al ir a la cama se duerma antes de la hora habitual, la cronoterapia opta por retrasar esa hora. Gracias a esta técnica, poco a poco, se irán ajustando los ritmos biológicos al horario estándar del ambiente en el que vive el niño.

Reducción del tiempo en cama. Se utiliza en el caso de niños que tardan en quedarse dormidos ya que se piensa que uno de los factores que mantienen el insomnio es el tiempo excesivo que pasan en la cama. Consistiría en que el niño pase en la cama justo las horas que duerme, restándole pues, aquellas en las que pese a que está en la cama, no está dormido. Es decir, si un niño duerme cinco horas pero paso ocho en la cama, reduciríamos las tres horas en las que no está durmiendo ya que éstas contribuyen a que cada vez el niño aumente las horas que pasa en la cama despierto, debido a que cree que no ha dormido lo suficiente, provocándole un sueño superficial.

Higiene del sueño. Consistiría en la realización de una serie de prácticas necesarias para mantener un sueño nocturno y una vigilancia diurna normales y de buena calidad, ya que existen una serie de factores que pueden mejorar pero también deteriorar la calidad de sueño. Siguiendo a Morin (1993), podemos agrupar estos factores en dos grupos: los factores ambientales tales como la luz, el ruido, la temperatura, el tipo de colchón, etc., y los factores asociados a la salud como la nutrición, el ejercicio físico, el consumo de estimulantes y el uso de hipnóticos.

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